A MI TAMBIÉN ME TRAUMÓ BLANCANIEVES: Caso 2: Der Räuber, de Benjamin Heisenberg

viernes, 23 de marzo de 2012

Caso 2: Der Räuber, de Benjamin Heisenberg

DURACIÓN: 90 min.

PAÍS: Alemania, Austria

DIRECTOR: Benjamin Heisenberg

AÑO: 2010

GUIÓN: Benjamin Heisenberg, Martin Prinz

FOTOGRAFÍA: Reinhold Vorschneider

MÚSICA: Lorenz Dangel

REPARTO: Andreas Lust, Johann Bednar, Max Edelbacher, Walter Huber, Markus Schleinzer, Peter Vilnai, Franziska Weisz

Calificaciones Trauma Cinéfilo:

MAIA DEBOWICZ:

LUCIANO ALONSO:

NADIA MARCHIONE:

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EDITORIAL

La idea de Trauma Cinéfilo surge en la escuela de crítica de cine El Amante donde nos conocimos y estudiamos. No existe una sola mirada que describa a un mismo objeto, por eso mismo nos atrajo incluir diferentes abordajes según idiosincrasias determinadas.

Luciano Alonso desde la crítica literaria, Nadia Marchione desde la reflexión sobre la actuación y sus recursos en escena y Maia Debowicz desde la amplitud de la imagen como instancia artística.

La intención es renovar el blog con una periodicidad específica (456 horas) y con cada nueva entrega, la mirada crítica de un invitado de lujo.

Pondremos el foco sobre películas marginales y atípicas, sin que esto sea una condición excluyente.

Los lectores que sientan el deseo de aportar su propia mirada u opinión sobre las películas comentadas, serán bienvenidos y celebrados. A fin de cuentas, lo cierto es que las cosas existen cuando son mencionadas y manifestadas.

Lo demás depende del tiempo y la casualidad.

Maia Debowicz

Me llamo Maia Debowicz pero siempre escuchan mal mi nombre y me dicen “María”, “Moira”, y la más insólita, “Amalia”. Sumado a este conflicto de identidad soy la fotocopia de la fallecida Amy Winehouse y hace seis años que padezco la emoción desmedida de gente desconocida al verme como un calco de la cantante inglesa. Las extrañas reacciones empeoraron luego de su muerte llegando al punto de ofrecerme manejarme mi carrera como cantante. Tengo 26 años aunque a veces siento que tengo 50 y otras 10 años. Tengo 5 tatuajes y 2 piercings a pesar que le tengo pánico a las agujas. Soy artista visual, palabra devaluada si las hay, y siempre supe que esa iba a ser mi profesión, aunque varias veces soñé de niña con ser detective. Como nunca lo logré, gran parte de mi trabajo se basa en la investigación y la denuncia a través de la palabra y de la imagen, capaz de expresar la crueldad más inexplicable sintetizada en un solo objeto. El lenguaje artístico es mi herramienta para comunicarme con el mundo y para comunicarme conmigo misma. Siempre me gustó escribir aunque jamás dejé de sentir ese vértigo de exponer mis pensamientos y emociones tatuándolos de por vida en una hoja física o virtual, para mí es igual que salir desnuda en la tapa de Playboy. Cuando escribo me siento más yo que nunca, con tanta libertad que me asusta. La imagen cinematográfica es un signo vivo, que late, que respira y transmite lo que ningún arte puede lograr expresar. Colecciono religiosamente películas, las filmografías completas de cada director, famoso o no, industrial o indie, y las ordeno obsesivamente por nacionalidad y temporalidad. Son mi gran tesoro y llevo más de 3000 películas que aumentan semana a semana. El cine es mi segunda gran pasión o mejor dicho, obsesión, aunque detesto “El ladrón de bicicletas” y “Casablanca”.

Luciano Alonso

Me llamo Luciano Alonso. Tengo 26 años y me faltan tres muelas. Mi verdadera obsesión es la literatura y empecé a interesarme en el cine por la relación esquiva y discutible pero persistente que existe entre un lenguaje y otro. Escribo crítica literaria amateur aquí y allá. Desde 2007, escribo en el, así llamado, blog del librero humanoide. Publiqué una guía bibliográfica sobre la narrativa completa de Philip Dick y actualmente escribo un nuevo libro sobre Kurt Vonnegut. Desde hace años soy librero. Tuve librería propia, pero ya no la tengo. Todavía soy librero. No vi tantas películas como hubiese querido, pero estoy tratando de revertir eso, poco a poco. Mis amigos insisten en que soy inteligente y buena persona, pero no es cierto. Soy tonto y malo y me gusta serlo.

Nadia Marchione

Mi nombre es Nadia Soledad Marchione. Le debo mi nombre a Nadia Soledad Fillol, hija de “el pato” Fillol, arquero estrella de River al momento de mi nacimiento, y que había nacido unos meses antes que yo. Mi papá, de más está decirlo, fanático de “los millonarios” decidió homenajear a “el pato” con el nombre de su hija, o sea, yo. Si bien durante años mi nombre de pila fue Soledad, de a poco la gente fue diciéndome Nadia y me acostumbré, al punto tal de que ya casi no me doy vuelta cuando alguien me llama por mi segundo nombre. Nací en Bolívar, en el centro de la provincia de Buenos Aires, y decidí (al finalizar el secundario) venir a estudiar Dirección de Cine a Capital. Vocación esta que me duró sólo un año para luego dedicarle 5 años de estudio a la Filosofía en la UBA, carrera que terminé dejando de lado para dedicarme a la actuación que hacía unos años había sido una actividad periférica en mi vida y que de a poco fue copando todas mis actividades. Hace unos años decidí airear un poco mi vida tan llena de teatro y dedicar algunas horas de la semana a reflexionar sobre el cine, lo que siempre me gustó mucho. Y así nos conocimos con esta gente de traumacinefilo, en la escuela de El Amante, y así nació la necesidad de crear este espacio. No creo tener que decir nada más sobre mí, salvo que soy una fanática perdida y confesa de David Lynch, con lo cual si ven alguna vez algo escrito por mí sobre una de sus películas seguramente estará teñido de tanto amor incondicional que como crítica será muy poco objetiva (si es que la crítica tiene que serlo, pero tampoco creo que sea así) pero muy apasionada. Sólo quería aclararlo (el que avisa no es traidor, así dicen).