lunes, 30 de abril de 2012

Resumen del BAFICI 2012- Parte 1

CINE RABIOSO: “Alps” de Yorgos Lanthimos y “Sister” de Ursula Meier.
Por Maia Debowicz.
Existen muchos tipos de cine, hay directores amables con el espectador, que se comportan gentiles, generosos con la psiquis humana y hay otros en cambio que buscan la relación opuesta. A este cine yo lo llamo “cine rabioso”, no es para todos, no es para verlo un domingo ni tampoco para involucrarse en un momento angustiante. Confieso que me he ganado varios insultos por recomendar algunas películas del asì bautizado “cine rabioso”, luego entendí que lo mejor era mandar  un mensaje de advertencia que explicaba que en caso de trastornos post- película no me hacìa cargo de abonar las sesiones de la terapia.
El director màs rabioso de este texto es Yorgos Lanthimos, uno de los cineastas griegos màs importantes de los últimos años que trajo un aire innovador y fresco (también bastante podrido) acompañado por otros del mismo país como Athina Rachel Tsangari con su película “Attenberg”(2010) . El primer contacto que tuve con Lanthimos fue con su polémica película “Dogtooth”, màs conocida como “Canino” del año 2009 que narra la historia de una tres jóvenes hermanos (dos mujeres y un hombre) que viven encerrados en una casa bajo un mundo ficticio y artificial que le ha inventado su siniestro padre.

“Canino” es un combo completo, tiene incesto, violencia, patetismo, sexo y muerte, todo contenido en los planos generales màs bellos y elegantes que pocas veces he contemplado y eso es lo màs valioso de Yorgos Lanyhimos, puede representar el escenario màs cruel de una forma extremadamente estètica. Su cine es enfermo porque expone la oscuridad màs inmensa del ser humano que hacen de esta especie una raza totalmente limitada, invadida de patologías que lo hacen sufrir, padecer y lastimar al prójimo. Luego tuve el sàdico placer de ver “Alps”, su última película estrenada en este último Bafici, con sus huellas digitales palpables en la imagen, Yorgos Lanthimos vuelve a exhibir un relato indigerible, àspero en un envase brilloso y atractivo a los ojos.


Un grupo de personas se ocupa de reemplazar a seres humanos que han fallecido a cambio de dinero, usan su misma ropa, su nombre y todo lo que sea necesario para que la ficción parezca realidad. La incomodidad que se sentía en la sala era contagiosa, pero al  mismo tiempo uno es poseìdo por una intensa adicciòn a esos planos tan perfectos, a esas actuaciones tan enrarecidas, mezcla de robóticas y automáticas, capaces de expresar y transmitir lo que ninguno de esos métodos teatrales ridículos y forzados jamàs lograrán.
El otro director que tiene rabia es mujer, es francesa y se llama Ursula Meier. Su cine es muy distinto al crudo cine griego pero al igual que Lanthimos sus películas hacen foco en lo màs primitivo del hombre, eso que los acerca màs al mundo animal que al humano. Su primer largometraje fuè  “Home”, película de 2008 que tiene como protagonistas a Isabelle Hupert y Antoine Jaccoud  interpretando a un matrimonio con tres hijos que viven en una casa pegada a una autopista que dejó de funcionar.
La historia comienza cuando esa autopista retoma su función y poco a poco esta familia comienza a enloquecer con el ensordecedor ruido de los autos conduciendo a toda velocidad. A partir de allì se desata una desesperada búsqueda por encontrar el silencio, sin importar los costos ni las consecuencias, ellos intentaràn aislarse de la música de los motores.
El cine de Ursula Meier es asfixiante y a pesar que “Sister” este casi toda filmada en paisajes abiertos, llenos de nieve iluminados por un vibrante sol, disfraza con bellos atuendos una historia angustiante que deja agotado al espectador de tanto profundo sufrimiento. Otra vez el retrato de la familia, dañiña, peligrosa, que desborda de pasiones encontradas bordeando todo el tiempo la violencia de la locura.


Hay un importante cambio entre esta nueva película y “Home”, Ursula Meier se ha puesto màs pesimista quitándonos cualquier posible ilusión de esperanza y esa es la razón por la hay ninguna sensación de alivio ni posibilidad de escape.

Yorgos Lanthimos y Ursula Meier son directores comprometidos en construir un cine perturbador que incomode al espectador hasta hacerlo reaccionar, recordándole que lo màs temible que existe en el mundo es la rabia contagiosa que se encuentra dentro de la mente del ser humano.



"Alps" :Calificaciones Trauma Cinéfilo:

MAIA DEBOWICZ:


"Sister" :Calificaciones Trauma Cinéfilo:

MAIA DEBOWICZ:

sábado, 28 de abril de 2012

"El ùltimo Elvis" de Armando Bo Jr. aterrizò en las salas comerciales luego de pasear por varios festivales. Welcome!



 



PSICOSIS
Por Maia Debowicz
Siempre me llamò mucho la atención que existan seres humanos que elijan vivir la vida de otros, borrando su nombre y su pasado para calcar los gestos de personajes famosos que hicieron historia. Estas extrañas personas siempre me provocaron mucho miedo, quizás por el exceso de fanatismo, tal vez por su negación de la realidad o por el impulso de asesinato de su propia identidad. Quizás es por ello también que detesto tanto que me resalten cada quince minutos mi obvio parentesco con Amy Winehouse, màs aùn cuando ella murió y yo me transformè en algo asì como el espíritu con voz fea de la cantante inglesa.  La invisibilidad ante la mirada del otro puede generar suicidios imaginarios ,la acción de poseer el cuerpo de otro es una actitud diabólica y satánica  que requiere con suma urgencia un exorcismo psicológico.
  “El último Elvis”, ambiciosa opera prima de Armando Bo Jr, tiene como protagonista a una de estas víctimas de una sociedad que exige con crudeza a los individuos dejar una huella en el mundo al precio que sea. Ser famoso, exitoso, sobresalir antes los demás, brillar hasta encandilar y enceguecer al otro es una regla básica para ser parte de este sistema cruel que se devora con gula a todos sus débiles integrantes. Carlos Gutierrez, encarnado por John Mc Inerny , tiene 41 años, posee una impactante voz  y es fanático de Elvis Presley. Tal es su desborde que se hace llamar como èl, trabaja cantando como èl (con varios kilos de màs y varios gramos de pelo menos) y sòlo mira en su pequeña televisión recitales  del rey del Rock and roll. Ensaya con su banda, recorta cuidadosamente sus patillas con una tijera y sale por las noches a hacer su show buscando desesperadamente la ovasiòn del público.  Carlos es hijo y también es padre pero su paternidad no es aprobada ni por su ex mujer ni por su pequeña y simpática hija, no es un buen ejemplo ni tampoco una figura demasiado presente. Es este el punto que hace de este película mimada en Sundance, una obra muy valiosa, con un relato muy homogéneo que contiene varias historias de un mismo personaje. Elvis de Memphis, como èl se hace llamar, tiene un sueño que està decidido a cumplir pero cuando tiene todo resuelto para emprenderlo el destino lo obliga a hacerse cargo de Lisa Marie, su infeliz niña. Ella se muda a su casa debido a un accidente automovilístico que sufre su madre y debe acostumbrarse a comer sándwiches de banana con manteca de manì y a ver los mismos recitales de Elvis Presley una y otra vez. Lisa Marie tiene miedo y su padre no sabe contenerla porque èl también lo tiene, sòlo puede cantarle melodías de Elvis con su guitarra y contagiarle la pasión que tiene por la música y por ocupar un lugar que èl nunca construyò. Y la pregunta es: ¿Què es màs importante?. ¿Ser un padre infeliz pero presente?, ¿o ser un padre feliz, un poco ausente, que le inspire a su hija la pasión por algo?. No tengo una precisa respuesta pero lo interesante de esta película es que la mirada de Armando Bo Jr. logra captar la solidificación de esta relación padre-hija que se transformarà en un motor para poder cumplir ese intenso deseo del protagonista. La manera de filmar de este prometedor director es sublime, la cámara recorre los espacios con tanta elegancia que lastima los ojos de una belleza compulsiva que hipnotiza, que conmueve sin nunca pecar de golpes bajos o lugares comunes. La cámara no abusa de su poder, sòlo se ocupa de registrar el lugar que ocupa (o no) en el mundo un hombre que anhela con todas sus fuerzas ser reconocido y Armando Bo Jr. elige representar esta historia con un principio, nudo y desenlace demasiado perfecto.
Debo reconocer que yo no tenía ni un poquito de fè en esta película que gozò de un exceso de prensa y llego tan malcriada al 14 Bafici, de hecho yo no elegí verla, fue una desiciòn del destino que yo optè por aceptar. Me dirigì al Village Recoleta a sacar entradas para ver “The Avengers” en 3D y sòlo quedaban dos lugares en la fila 3. Al imaginarme mi futura tortícolis me pareció lo màs sensato y prudente elegir ver otra película, asì es que lleguè sin querer queriendo a la sala que proyectaba “El último Elvis”.
 Sòlo me queda agradecerles a esos jóvenes nerds, fanáticos de los comics y superhéroes, que agotaron las entradas (excepto las de la maldita fila 3) de uno de los grandes tanques del año porque sino hubiera sido por su enfermizo entusiasmo quizás nunca hubiera visto esta gran película que no tiene superhéroes  pero tiene a un personaje que usa un traje, un disfraz, para intentar combatir un mal mortal temido por la humanidad llamado soledad.


Calificaciones Trauma Cinéfilo por Maia Debowicz:



lunes, 16 de abril de 2012

BAFICI 2012: Meeting people is easy, por Luciano Alonso

Siempre que veo un, así llamado, documental sobre una, así llamada, banda de rock, me pregunto si lo que veo me sorprende o me emociona porque el cariño que siento por la banda precede al documental per se. Alguna vez querría hacer el experimento de ver un documental sobre una banda que no conociera para nada, que me resulte totalmente extraña. Sospecho que es el cariño previo el que cohesiona todas esas imágenes que, de otra manera, tal vez no tengan sentido. De cualquier manera, se trata de una pura especulación teórica. Entiendo que nunca es lo mismo ver un documental sobre sucesos o personajes que nos tocan afectivamente que sobre aquellos a los que asistimos como turistas indiferentes o curiosos. Entiendo que estas cuestiones teóricas son propias de cualquier reflexión sobre el cine documental. También entiendo que me estoy yendo por las ramas. La cuestión es que amo Radiohead. Los amo desde que los escuché por primera vez y, aunque hoy día parezca un cliché, les juro que los escuché antes de que editen Ok computer. Aunque confieso que fue Ok computer el disco que me rompió la cabeza. Dicho lo cual, la fórmula de argumentación teórica parece infalible: Si te gusta A y B hace un documental sobre A, te gustará lo que hace B. Soy la persona involucrada en esta fórmula, así que dudo ser objetivo. Si me esfuerzo y lo intento, de cualquier manera me parece que el documental sigue funcionando. ¿Será que no consigo ser del todo objetivo o será que el documental efectivamente es bueno? Pues, sigo sin poder dilucidarlo del todo. No conozco a nadie que no le guste la banda y que haya ido a ver el documental. Después de todo… si no te gusta el documental… ¿para qué molestarse en ir? ¿No? (Eso mismo se deben preguntar los grandes documentalistas, mientras cuentan las últimas monedas para intentar comprarse la cena o el almuerzo).

Somos pésimos espectadores de cine documental. Sólo vamos a ver aquellos que nos entusiasman previamente, por una razón o por otra. No nos dejamos sorprender ni cultivar, digo yo, que saqué entradas para todas las películas de la sección “Odiseas del espacio” (el que no entienda la ironía puede preguntar por inbox). No obstante lo cual, me parece que “Meeting people is easy” tiene al menos tres grandes momentos que sospecho que son funcionales tanto para el que ama previamente a Radiohead, como para el que no, a mi entender esos momentos son:

*Thom Yorke dejando que la gente cante Creep (él ya no tiene ni ganas de cantarla)

*Thom Yorke grabando el video de No surprises, recreando a Houdini, llevando su capacidad de aguantar la respiración bajo el agua al límite.

*Thom Yorke dando una entrevista, en la que responde que toda la fama lo ha cambiado definitivamente y que probablemente lo ha vuelto loco.

Definitivamente, no se trata de un documental tradicional. En realidad, ni siquiera estoy seguro que se trate de un documental. A fin de cuentas, es una película rarísima, sobre una banda rarísima y lo que parece querer reflejar es la otra cara de una fama ascendente cuya explicación no puede sino ser irracional, como cualquier explicación posible que justifique el caprichoso y aparentemente azaroso gusto de las masas.

Se puede ver entero en youtube. De cualquier manera, verlo en el cine a las once de la mañana, rodeado de emos vespertinos, fue una experiencia sinceramente extraña. Estuve toda la tarde tarareando creep. Me sentí tonto y joven nuevamente y fui feliz por un rato.

¿Qué más podría pedir?



viernes, 13 de abril de 2012

Empezó el BAFICI 2012!



BAFICI Día 2: Una película correcta y una estafa Baficiana.




“17 filles”  de Delphine Coulin y Muriel Coulin. Sección Adolescencias.


“17 filles” es una opera prima francesa que crea una ficción a partir de una historia real. Una adolescente de 16 años queda accidentalmente embarazada y convence a sus amigas del colegio a que se embaracen también para compartir la experiencia con el objetivo de criar a sus hijos entre todas con la convicción que lo harán mucho mejor que sus impotentes padres. Llega la ocasión perfecta, una fiesta llena de alcohol y unos adolescentes con las hormonas a punto de estallar. Una a una ingresa al camino de la solidaridad para con la primera embarazada y poco a poco comienzan a crecer esas panzas sincronizadamente.
Padres escandalizados, padres ausentes y una escuela con graves falencias de educación  intentan buscar explicaciones a tal suceso: 17 adolescentes lucen orgullosas su panza embarazada en el patio del colegio.



Con una fotografía demasiado bella “17 filles” logra construir de una valiosa historia un tibio relato, llevadero, claro, impactante y por sobre todo inquietante.
La película no es perfecta, podría ser mucho mejor de lo que es. No es sencillo decidir cómo será el relato para una historia potente y en este film se nota esa dificultad, esa inseguridad. El trayecto hacia el desenlace de la película es fallido, no tiene la solidez que caracteriza positivamente los primeros sesenta minutos y lamentablemente pierde fuerza, comienza a desinflarse y nunca logra estallar con las infinitas posibilidades que gozaba para hacerlo.
“17 filles” es un boceto de una muy buena película que a pesar que tenga malas decisiones vale la pena verla y por qué no, criticarla.

Calificaciones Trauma Cinéfilo por Maia Debowicz: 




Community Action Center de A.K.Burns y A.L.Steiner. Sección Deseo

El gran problema del BAFICI es encontrarte con películas como estas. “Community Action Center” es la típica película de festival independiente que juega con el fanatismo del cinéfilo o la ingenuidad de un novato para estafarle no sólo su dinero sino también su ilusión. Es muy difícil predecir qué tipo de película va a ver ya que las reseñas no explican absolutamente nada, por lo contrario son engañosas, casi mentirosas.
La función era a las 21.30hs en la Alianza Francesa, era una noche de sábado húmeda y muy lluviosa. Me perfilo a hacer una cola que era bastante dubitativa, no era para nada recta, más bien curva y desordenada. Se acerca el acomodador BAFICI y nos entrega un texto al grito de “Este texto acompaña la película por orden del director”. Sujeto entusiasma la hoja, lo leo y comienzo a preocuparme al leer frases como “Me quedé un rato sentado en mi inodoro, admirando mi enorme y gruesa verga de 28 centímetros; posé frente al espejo, tirando mi verga primero sobre este hombro y luego sobre el otro. Finalmente, sobreexcitado, me cogí la parte inferior de mis botas…”. Al terminar de leer ese texto tan ¿poético? me preparé psicológicamente para lo peor pero no fue suficiente. “Community Action Center” es una película sin relato, sin narración, sólo son performances tediosas de seres humanos freaks que experimentan con sus sexos de manera aburrida, repugnante y monótona.  


Cuerpos andrógenos (no entendía si eran hombres o mujeres) se introducen diferentes objetos en sus conchas, desde cuarzos hasta un escobillón pasando por un choclo y una lluvia pegajosa de miel. 


Escenas sadomasoquistas caprichosas con música canchera de película softcore de bajo presupuesto y una sola escena que intentaba construir un universo estético y original. Una supuesta mujer saca de su pubis una trenza que roza el piso cocida a su piel. Su amante juega con su bello púbico artificial hasta convertirla en un ave, clavándole pequeñas plumas de colores en la frente y alrededor de su ano. Ese es el único momento donde se puede apreciar una búsqueda, todo lo demás es provocación mal filmada, acciones trilladas con clara influencia de John Waters que ni siquiera logran incomodar al espectador.  Una película puerquita (ni llega a la etiqueta de “puerca”) que sólo puede encontrar un espacio en un festival tan desequilibrado como el BAFICI.

Calificaciones Trauma Cinéfilo por Maia Debowicz: 






BAFICI Día 1: Una grata sorpresa y una inmensa decepción.




“Beauty”  de Carolin Schmitz. Sección Panorama
Original, cruelmente bella, ácida, precisa, soberbia, inmensamente perfecta.
Al ser una película tan valiosa voy a dedicarle el análisis que merece y en breve subiré el texto crítico sobre ella. Por lo pronto les aconsejo con énfasis que no se la pierdan, vayan a verla, sobre todo si están pensando en realizarse una cirugía estética.

Calificaciones Trauma Cinéfilo por Maia Debowicz:






“Des épaules solides” de Ursula Meier. Sección Acid
Me niego a pensar que este telefilm es de Ursula Meier. Con una imagen cinematográfica opaca, pobre y totalmente plana logra aburrirte hasta lograr la irritación extrema. Película moralista, con función de lección de vida que fácilmente podría estar dentro de la programación del ciclo de la tarde de Virginia Lagos.
Lo único positivo es que ahora valoró aún más su impecable película “Home”, espero no haya sido un hallazgo sino una evolución. Resolveremos esta incógnita al ver en pocos días su nueva película “   que se encuentra en la competencia internacional del BAFICI. La espero ansiosa…

Calificaciones Trauma Cinéfilo por Maia Debowicz:

     




jueves, 5 de abril de 2012

BAFICI 2012: Recomendaciones para ver y advertencias para no coleccionar más Traumas Cinéfilos.






Comienza la cuenta regresiva para el inicio de la nueva edición del festival de cine independiente de Buenos Aires, sólo faltan 6 días, 144 horas, 8640 minutos. El aire se siente distinto, la ciudad se vuelve extranjera y uno de repente comienza a sentirse turista de su propia ciudad natal. Pero lamentablemente no todo es felicidad ya que un cine histórico sede del BAFICI ya no se encuentra con vida, el Atlas Santa Fe inaugurado en el año 1986 dejó de respirar el 25 de Mayo de 2011 y hasta el momento sigue cerrado con los mismos posters de las películas de su última función y las mismas publicidades de películas que ya no pudo estrenar.
El Atlas Santa Fe no era un cine más, era un espacio para gente que realmente le gustaba el cine, era un espacio para gente que solamente quería ir al cine, sin ver negocios, sin comprar nada, sin comer pochoclo. El cine como arte y el cine como espacio físico no van separados, por lo contrario van de la mano y no es lo mismo ver una película en una sala de un Shopping Center que en una romántica sala de barrio.
Después de este momento de lamento justificado, comienzo con lo más importante: evitarle a la comunidad cinéfila más cantidad de traumas.
Hay una tendencia recurrente que consiste en programar en los festivales independientes de cine películas asquerosas, perversas y exageradamente violentas. Nuestra obligación es advertirles sobre este mal, despertarlos de la ingenuidad e intentar salvarlos de exponerse a estos directores tan crueles y despiadados.
La primer película que hay que evitar es “L´apollonide- Souvenirs de la maison close”  de Bertrans Bonillo, película que proyectaron en el Festival de Cine Mar del Plata. Esta película francesa de mujeres voluptuosas desnudas teniendo sexo en un burdel del 1900 invadió varias de mis escalofriantes pesadillas soñadas en la feliz. Solamente dos escenas logran que la película sea intolerable e insoportable.
La segunda película a escapar es “Hors Satan”  de Bruno Dumont. Sólo acercarse a ella en caso que sean masoquistas y les guste aburrirse con el exorcismo de una figura religiosa.



Estas dos películas mencionadas compitieron en el Festival de Cannes 2011, al igual que “The tree of life” y que “Melancolía”. Las pruebas indican claramente que el 90% de las películas enfermizas y cancheras provienen de la falta de criterio de ese festival, arribando luego a Buenos Aires con la peligrosa legitimación de haber transitado por Cannes, vendiéndonos carne podrida por sushi. Desenmascaremos a estas películas de festivales importantes, es ahora o nunca.
Las recomendaciones para ver son varias pero hay una película en particular que no pueden perderse de verla. Si se quieren un poquito deben sacar la entrada ahora mismo para “This is not a film” de Jafar Panahi y Mojtaba Mirtahmasb. Todo lo que relaten sobre esta obra no es suficiente para abordarla, no hay descripciones ni piropos existentes para reflejar lo que genera esta película iraní.



Un director de cine preso en su casa, castigado con la orden de no volver a filmar, logra construir una película apasionante desde las infinitas limitaciones. Las llamadas diarias con su abogada, la espera de su sentencia, el relato de la película que no pudo ser (pero es) y una iguana muy verde que posa con talento para la cámara. Jafar Panahi continúa preso en su propio hogar, así que minimamente vayan a ver su gran obra gozando de su plena libertad.
La segunda recomendación es la nueva película de Ursula Meier “L´enfant D´en haut”.




Personalmente espero desde el 2008 su nuevo largometraje ya que su última película “Home” me deslumbró, su cine es fuera de lo común. Además de su nueva película que se encuentra en competencia internacional, esta la opción de ver en la sección ACID un telefilm de 2002 llamado “Des épaules solides”
La tercera recomendación es el nuevo largometraje de Yorgos Lanthimos, director griego que dirigió en 2009 una inmensa película llamada “Dogtooth”



El cine griego contemporáneo es soberbio en el mejor sentido de la palabra, no se parece a nada, tiene una identidad imposible de imitar. Yorgos Lanthimos al igual que tienen la capacidad de  narrar las realidades mas crudas y violentas con una inteligencia muy precisa, pueden representar el dolor más asfixiante en una imagen poética hipnotizante.
La cuarta y última recomendación de este texto es para una película argentina llamada “La araña vampiro”. Su director, Gabriel Medina, no es cualquier cineasta. Gabriel Medina es el creador de la película “Los paranoicos”, opera prima de 2008 que sorprendió positivamente a la crítica y al público creando una ola de esperanza casi religiosa sobre el futuro cinematográfico de este joven director.
Después de ver seis veces “Los paranoicos” y descubrirla cada día más perfecta que el día anterior, recomiendo decir presente en su nueva película.
Durante el BAFICI iremos escribiendo las críticas de las películas que vamos viendo, día a día subiremos puntajes y reseñas a nuestra página para los fieles seguidores de Trauma Cinéfilo.
Ya faltan menos horas, vayan a sacar sus entradas que ya comienza el festival del cinéfilo.
Nos vemos en el cine,
Maia Debowicz – Trauma Cinéfilo.




Ansiosos por el BAFICI 2012, recordamos el BAFICI 2011!!

miércoles, 4 de abril de 2012

BAFICI 2011: Eep!, de Ellen Smith

EL NIDO VACÍO

Eep! es más que una película para chicos.  Y digo esto porque, efectivamente, está en apariencia orientada a un público infantil (de hecho pude verla en el “Baficito”, sección dentro del “Bafici”).  Pero, como todo lo bueno orientado a los chicos, despierta varias lecturas, captura la mirada desde distintos lugares, inquieta y habla por sí misma.

Eep! es la historia de un granjero que sale como todos los días a hacer avistaje de aves y se encuentra con un pichón muy particular: el tamaño de un pichoncito de ave diminuto, con alas, pero con piernas y cara, como un bebé en miniatura. Luego de fracasar en la búsqueda del grupo de pájaros de donde se habría escapado esa extraña criatura, se lo lleva a su casa, donde lo espera su mujer. Y aquí comienza la verdadera historia.
Eep! es la historia de una mujer que quiere ser madre. Es la historia de una mujer grande (no es casual que la pareja de granjeros que encuentra al pajarito tengan cerca de cincuenta años -dato que, aunque no se menciona, salta a la vista-) que quiere ser madre a toda costa.  Que no ha podido ser madre (no sabemos por qué pero ellos viven solos en el medio del campo y jamás se hace alusión a ningún hijo ni pariente externo a esa granja -dato que tampoco puede ser casual-) y encuentra en un pájaro-humano la oportunidad de desplegar todos los tics de una madre primeriza (la sobreprotección, la preocupación por su futuro profesional) e intenta (aunque su marido, amante de las aves, se lo recuerde todo el tiempo) tapar todo rasgo no-humano de la criatura.

Con algunos rasgos de realismo mágico, la película otorga ciertas concesiones coherentes dentro de su universo, como el caso de la escena donde las vecinas le preguntan si es su bebé (lleva al pajarito, con las alas tapadas, en un coche de bebés) sin notar siquiera que el tamaño de ese niño es mucho menor al de un bebé pequeño.

Pero lo importante es lo otro, lo importante acá es cómo esta mujer aprende a ser madre sin serlo, aprende a ser madre olvidando a una niña -que en un tramo de la historia los acompaña, cuando la pareja sale a buscar al pajarito por todos lados, arrastrando (a lo “Mago de Oz”) a varios personajes que se suman al rastreo- en un pozo muy profundo, lleno de agua podrida y hedionda, y recordándolo, y yendo a rescatarla y olvidando por un momento su obsesión por el pájaro para hacerse cargo de esa niña a la que hasta allí no había prestado demasiada atención. Cómo aprende a ser madre sin serlo cuando entiende y apoya al rescatista grandote (otro de esos personajes que acompañan a la pareja en la misión) en su decisión de dejar escapar al pájaro, porque entiende lo que ese grandulón tiene que aprender y lo respeta en silencio, pero sigue queriendo encontrar a ese pájaro al que ella cree haberle enseñado a hablar. Cómo aprende a ser madre sin serlo cuando finalmente deja de luchar contra la naturaleza y acepta (lección fundamental para cualquier padre, de la especie que sea), y suelta, y permite la libertad, y deja ser a esa criatura que hizo las veces de hijo.

Y me permito sumar un concepto más a esta lectura: Eep! no sólo es una fábula sobre ese intento de maternidad, sino también sobre la identidad, sobre el llamado de la naturaleza a ser genuino, a respetar la singularidad de cada individuo, su camino personal dentro de su historia, que no tiene por qué regirse por patrones de “normalidad”.  Y esa también, por qué no, es una lección para esa “madre” que comienza lamentándose porque su “hijo-pájaro” no va a poder ser pianista y termina asumiendo la realidad y dejándose modificar, ella misma, por la naturaleza de su (singular) momento de maternidad.

Dato curioso: Por haber quedado en medio de un conflicto entre la directora y la producción, la directora dejó sin su nombre a la película (Ellen Smith es un seudónimo).  Esta confusión en la identidad (también) de la película es llamativa, a la luz de una película que sigue el trayecto de un personaje que no tiene nido.  En fin, un dato más.

Mi escena favorita: todas las del bombero, un personaje tonto y buenazo, muy de fábula infantil, que a pesar de su gigantez no deja de ser un niño.


martes, 3 de abril de 2012

BAFICI 2011: Un mundo misterioso, de Rodrigo Moreno.





Películas sin brújula
Por Maia Debowicz

Son muchas las veces que voy al cine a ver una película con muchas (quizás demasiadas) expectativas, dispuesta a entregarme y a creerme el universo creado por el director. Pero solo algunas pocas me sucede que al salir de ese mundo cinematográfico y conectarme con la realidad, no puedo decidir si la película me gusto o no, no es suficientemente buena para recomendarla ni suficientemente mala para destruirla. Esta misma indecisión me sucedió al ver Un mundo misterioso de Rodrigo Moreno, quizás por ser una película despareja, heterogénea y con ausencia de decisiones.
El segundo largometraje de Moreno sufre lo mismo que padece su protagonista Boris, no sabe para donde ir, que camino tomar, quedando perdido en un tiempo detenido que parece no avanzar. Boris no es un héroe pero tampoco es un antihéroe . ¿Quién es Boris?. ¿Qué hace?. ¿De que trabaja?.¿Cuáles son sus sueños fracasados?.Nadie lo sabe. Solo sabemos que tiene una novia que le pide un tiempo, un tiempo en el que Boris se sentirá inquieto, desconcertado, un tiempo sin tiempo. Pero en ese período Boris vive en un hotel dos estrellas, comiendo pan lactal con Ketchup y mayonesa, toma colectivos al azar para perseguir chicas, tiene dos viajes negativos y compra un auto muy extraño. Y yo me vuelvo a preguntar:  ¿De qué trabaja Boris?. ¿Con que dinero paga su hotel, su auto, el pasaje de uno de sus viajes?. Son detalles que cuestionan la credibilidad y el sentido de la historia. Bueno, pero la película se llama Un mundo misterioso, se llama así porque justamente, es misterioso. Pero si se toma ese criterio, esa decisión (bastante riesgosa) tiene que ser totalmente enigmático ese mundo y no sólo algunos aspectos de la vida del protagonista. No hay clima de misterio, no hay tensión, solo hay aburrimiento que generan un poco de irritación en varios espectadores que a mitad de la película se levantan deseosos de llegar a la puerta de salida del cine. Un hombre le pidió insistentemente  disculpas a su novia por haberla expuesto a una película interminable (palabras textuales del señor de la butaca de atrás mío).  
La película tiene una colección de fallas, varias de ellas muy concretas, problemas de sonido que generan que muchos diálogos no se entiendan, algunas actuaciones muy forzadas arruinando una escena que podría ser muy emotiva y los caprichosos tiempos muertos (ya experimentados en su largometraje anterior El custodio) sin justificación hacen que la película se desvanezca como la vida de Boris.
Equilibrando las críticas negativas, quiero rescatar unos pocos momentos que me resultaron muy placenteros y que se nota que Moreno los busco y los eligió con convicción. Uno de ellos es cuando Boris se encuentra en una librería con un viejo compañero de la primaria, esos encuentros que si no sucederían nuestra vida continuaría igual, pero en ese momento soñamos que esa casualidad o causalidad va a cambiar nuestra monótona rutina . Boris va a una fiesta invitado por este amigo y entre algunos tragos  se divierte con un juego de palabras , se lava los dientes con un cepillo ajeno, fuma un porro y se come de bajón una empanada de humita. Esta circunstancia que vivió Boris hizo que valga la pena conocerlo, espiar su vida por 107 minutos, no solamente por lo cómica que es la escena sino porque es el único momento en el que podemos conocer a Boris internamente, interactuando con un grupo, en una mini-sociedad, podemos observar como se comporta con otros, cómo le pesa la soledad y la incertidumbre. Otro gran momento es cuando aparece en la pantalla Rosario Bléfari encarnando a una chica de provincia que Boris conoce en un colectivo y que compartirá una noche de compañía, jugando al casino y durmiendo abrazados en una cama de una plaza del hotel “Arramitre”. La cámara ama a Rosario y el clima del film cambia radicalmente en la secuencia donde ella es participe, la forma en que se mueve, su dicción, su manera de mirar conmueve mucho más que cuando la novia de Boris, Ana, lo deja al inicio de la película.
Me hubiera gustado disfrutar más momentos de Un mundo misterioso, pero prefiero pensar en esos minutos que me sentí dentro de la fiesta con Boris que con las escenas aburridas sin sentido que hicieron que el adjetivo de la película sea INTERMINABLE.
El mundo de Rodrigo Moreno no es para nada misterioso, por lo contrario es totalmente caprichoso. Algunos de esos caprichos son inteligentes hallazgos, otros son simplemente berrinches imposibles de justificar.

lunes, 2 de abril de 2012

BAFICI 2011: Mammuth, de Gustave de Kervern y Benoît Delépine.








ROMPECABEZAS
por Nadia Marchione

Armar un rompecabezas de 2000 piezas es una ardua tarea, pero puede ser nada comparado con recolectar y ordenar certificados, recibos y papeles varios para lograr una jubilación.
En Rompecabezas, una película argentina estrenada hace unos años, Natalia Smirnoff presenta a un ama de casa que encuentra refugio para su rutina diaria en el armado de rompecabezas, luego de recibir uno como regalo de cumpleaños.  Aquí, en Mammuth, de Gustave de Kervern y Benoît Delépine, también aparece un rompecabezas.  Y también ese objeto evidencia un quiebre, un cambio en el personaje principal, ya no como motor de ese cambio -como sí pasa en Rompecabezas- sino más bien como reflejo de algo, casi como una metáfora de lo que viene, de lo que se avecina tras la jubilación de Serge.

Y lo que viene entonces es la dificultad, intentar afrontar ese “tener más tiempo” que significa estar jubilado, ese llenar horas de ocio que antes ocupaba un trabajo rutinario, ese amoldarse a una nueva vida que se supone más “relajada” (así lo dispone la imagen común que cualquiera tiene de un jubilado, mucho más cercana a los ancianos que en una escena atropellan en masa a Depardieu y casi lo arrastran adentro de un bus de excursiones de esas que, justamente, se hacen para “jubilados”, que a Depardieu mismo, o a Serge en todo caso, ese personaje que desempolva su moto y sale por las rutas a toda -su- velocidad).

Pero es Serge y no cualquiera quien se jubila, un gigante, un mamut intentando armar un rompecabezas con sus grandes manotas, que trata de ordenar papeles con su poca experiencia burocrática (“debería haber venido mi mujer” le dice en un momento a uno de sus ex empleadores, explicándole su confusión ante tanto papelerío), ese hombre enorme que intenta pasar un changuito entre dos autos y lo “encastra” a la fuerza, y lo deja ahí, entre esos autos con las puertas ahora seguramente más que rayadas, como en un rompecabezas excedido, con las piezas desbordadas.  Como desconociendo las reglas del juego, forzándolas para que todo cuadre, aunque las proporciones no den, aunque el espacio vacío no alcance, aunque su cuerpo y su circunstancia desborden a cada rato ese pequeño hueco que se supone que un hombre “retirado” debería ocupar, ese pequeño espacio delimitado a dejar pasar el tiempo sin más, como, se supone, también, hace quien arma un rompecabezas.

Y ese desborde, evidenciado en la corporalidad de Serge, un Gerard Depardieu que excede la pantalla con su magnífica actuación, desapareciendo él -acto de generosidad absoluta, de un actor realmente gigante- para darle vida a ese Mammuth que, de paso y casi sin darse cuenta, aprovecha su viaje buscando papeles y salda cuentas con el pasado, ese que había quedado suspendido (como uno suspende el armado de un rompecabezas que empieza y retoma cada tanto, en los ratos libres), y que el ocio de la jubilación le permite revisitar, ahora transformado por la vejez (la escena de la “cambiadita” con el primo y el acomodo de las manos artrósicas de ambos es grandiosa) y la experiencia (esa que hace que no sea un dilema moral ningún acercamiento a otras mujeres -incluyendo su sobrina- que no sean su esposa).

Como esas esculturas que hace su sobrina con muñecas viejas o como esa pila de trozos de papel unidos por fetas de jamón que le regala él a ella cuando se va, Serge está hecho de trozos de vida pegados unos a otros, algunos que encastran naturalmente y otros que se encastran a la fuerza; está hecho de partes de pasado, de tantos pedacitos como caben en ese cuerpo gigante, de trozos de distintos lugares, formas y colores, que forman un todo armonioso enorme, lleno de matices otorgados, por qué no, por esa particular manera de ordenar las piezas, como se puede, como sale, como en la vida misma.

Y es la película misma la que está articulada como un rompecabezas de innumerables trozos, de escenas memorables: la del restaurante, el diálogo entre Depardieu y el carnicero del supermercado, la escena de la mujer de Serge sola al teléfono y la de los vinos, sólo por nombrar algunos ejemplos; de personajes maravillosos que no le temen al absurdo (no sólo Serge, sino también su mujer, que puede resultar repulsiva y muy graciosa al mismo tiempo, cosa que también pasa con su sobrina, y algunos ex empleadores muy particulares que generan situaciones de una comicidad patética casi perfecta).

Es entonces también una dificultad en sí misma hablar de Mammuth sin dejar afuera tantas cosas que dispara, tantas lecturas posibles.  Habrá que arriesgarse y terminar acá, dejar que las piezas se ordenen solas, que las cosas encuentren su lugar propio o no, ordenarlas cada cual a su manera, la que le salga, como Serge con sus recibos de sueldo, como su sobrina con sus muñecos, y como estoy intentando hacer yo con estas líneas que de a poco desbordan, exceden y dan lugar a las palabras de más.  Será mejor dejar ahora ese espacio vacío de la pieza faltante, esa que no se sabe si está entre las otras y todavía no encontramos o simplemente se perdió por ahí, diminuta entre las cosas gigantes.  Ese espacio que sólo se completa con la visión de la película. O no. Quién sabe.

Mi escena favorita: Depardieu puteándose de mil maneras posibles con un carnicero igualmente gordo y gigante como él, heladera de por medio, en un supermercado, en un tono tan sutil que casi pasa desapercibido.  Me reí mucho con esa escena.