sábado, 28 de abril de 2012

"El ùltimo Elvis" de Armando Bo Jr. aterrizò en las salas comerciales luego de pasear por varios festivales. Welcome!



 



PSICOSIS
Por Maia Debowicz
Siempre me llamò mucho la atención que existan seres humanos que elijan vivir la vida de otros, borrando su nombre y su pasado para calcar los gestos de personajes famosos que hicieron historia. Estas extrañas personas siempre me provocaron mucho miedo, quizás por el exceso de fanatismo, tal vez por su negación de la realidad o por el impulso de asesinato de su propia identidad. Quizás es por ello también que detesto tanto que me resalten cada quince minutos mi obvio parentesco con Amy Winehouse, màs aùn cuando ella murió y yo me transformè en algo asì como el espíritu con voz fea de la cantante inglesa.  La invisibilidad ante la mirada del otro puede generar suicidios imaginarios ,la acción de poseer el cuerpo de otro es una actitud diabólica y satánica  que requiere con suma urgencia un exorcismo psicológico.
  “El último Elvis”, ambiciosa opera prima de Armando Bo Jr, tiene como protagonista a una de estas víctimas de una sociedad que exige con crudeza a los individuos dejar una huella en el mundo al precio que sea. Ser famoso, exitoso, sobresalir antes los demás, brillar hasta encandilar y enceguecer al otro es una regla básica para ser parte de este sistema cruel que se devora con gula a todos sus débiles integrantes. Carlos Gutierrez, encarnado por John Mc Inerny , tiene 41 años, posee una impactante voz  y es fanático de Elvis Presley. Tal es su desborde que se hace llamar como èl, trabaja cantando como èl (con varios kilos de màs y varios gramos de pelo menos) y sòlo mira en su pequeña televisión recitales  del rey del Rock and roll. Ensaya con su banda, recorta cuidadosamente sus patillas con una tijera y sale por las noches a hacer su show buscando desesperadamente la ovasiòn del público.  Carlos es hijo y también es padre pero su paternidad no es aprobada ni por su ex mujer ni por su pequeña y simpática hija, no es un buen ejemplo ni tampoco una figura demasiado presente. Es este el punto que hace de este película mimada en Sundance, una obra muy valiosa, con un relato muy homogéneo que contiene varias historias de un mismo personaje. Elvis de Memphis, como èl se hace llamar, tiene un sueño que està decidido a cumplir pero cuando tiene todo resuelto para emprenderlo el destino lo obliga a hacerse cargo de Lisa Marie, su infeliz niña. Ella se muda a su casa debido a un accidente automovilístico que sufre su madre y debe acostumbrarse a comer sándwiches de banana con manteca de manì y a ver los mismos recitales de Elvis Presley una y otra vez. Lisa Marie tiene miedo y su padre no sabe contenerla porque èl también lo tiene, sòlo puede cantarle melodías de Elvis con su guitarra y contagiarle la pasión que tiene por la música y por ocupar un lugar que èl nunca construyò. Y la pregunta es: ¿Què es màs importante?. ¿Ser un padre infeliz pero presente?, ¿o ser un padre feliz, un poco ausente, que le inspire a su hija la pasión por algo?. No tengo una precisa respuesta pero lo interesante de esta película es que la mirada de Armando Bo Jr. logra captar la solidificación de esta relación padre-hija que se transformarà en un motor para poder cumplir ese intenso deseo del protagonista. La manera de filmar de este prometedor director es sublime, la cámara recorre los espacios con tanta elegancia que lastima los ojos de una belleza compulsiva que hipnotiza, que conmueve sin nunca pecar de golpes bajos o lugares comunes. La cámara no abusa de su poder, sòlo se ocupa de registrar el lugar que ocupa (o no) en el mundo un hombre que anhela con todas sus fuerzas ser reconocido y Armando Bo Jr. elige representar esta historia con un principio, nudo y desenlace demasiado perfecto.
Debo reconocer que yo no tenía ni un poquito de fè en esta película que gozò de un exceso de prensa y llego tan malcriada al 14 Bafici, de hecho yo no elegí verla, fue una desiciòn del destino que yo optè por aceptar. Me dirigì al Village Recoleta a sacar entradas para ver “The Avengers” en 3D y sòlo quedaban dos lugares en la fila 3. Al imaginarme mi futura tortícolis me pareció lo màs sensato y prudente elegir ver otra película, asì es que lleguè sin querer queriendo a la sala que proyectaba “El último Elvis”.
 Sòlo me queda agradecerles a esos jóvenes nerds, fanáticos de los comics y superhéroes, que agotaron las entradas (excepto las de la maldita fila 3) de uno de los grandes tanques del año porque sino hubiera sido por su enfermizo entusiasmo quizás nunca hubiera visto esta gran película que no tiene superhéroes  pero tiene a un personaje que usa un traje, un disfraz, para intentar combatir un mal mortal temido por la humanidad llamado soledad.


Calificaciones Trauma Cinéfilo por Maia Debowicz:



3 comentarios:

  1. Tu comentario me remite, inevitablemente, a mundo tributo, esa otra ave raris que alguna vez pudimos ver en algún viejo BAFICI.

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  2. Gracias por tus conmovedoras palabras.. tengo la suerte de haber participado de la pelicula ..en nombre de los que queremos tanto esta obra: gracias. Luciana

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    1. Luciana, muchas gracias por tu mensaje. Conmovedora es la pelìcula y es imposible no involucrarse en ella y con ella.

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