martes, 3 de abril de 2012

BAFICI 2011: Un mundo misterioso, de Rodrigo Moreno.





Películas sin brújula
Por Maia Debowicz

Son muchas las veces que voy al cine a ver una película con muchas (quizás demasiadas) expectativas, dispuesta a entregarme y a creerme el universo creado por el director. Pero solo algunas pocas me sucede que al salir de ese mundo cinematográfico y conectarme con la realidad, no puedo decidir si la película me gusto o no, no es suficientemente buena para recomendarla ni suficientemente mala para destruirla. Esta misma indecisión me sucedió al ver Un mundo misterioso de Rodrigo Moreno, quizás por ser una película despareja, heterogénea y con ausencia de decisiones.
El segundo largometraje de Moreno sufre lo mismo que padece su protagonista Boris, no sabe para donde ir, que camino tomar, quedando perdido en un tiempo detenido que parece no avanzar. Boris no es un héroe pero tampoco es un antihéroe . ¿Quién es Boris?. ¿Qué hace?. ¿De que trabaja?.¿Cuáles son sus sueños fracasados?.Nadie lo sabe. Solo sabemos que tiene una novia que le pide un tiempo, un tiempo en el que Boris se sentirá inquieto, desconcertado, un tiempo sin tiempo. Pero en ese período Boris vive en un hotel dos estrellas, comiendo pan lactal con Ketchup y mayonesa, toma colectivos al azar para perseguir chicas, tiene dos viajes negativos y compra un auto muy extraño. Y yo me vuelvo a preguntar:  ¿De qué trabaja Boris?. ¿Con que dinero paga su hotel, su auto, el pasaje de uno de sus viajes?. Son detalles que cuestionan la credibilidad y el sentido de la historia. Bueno, pero la película se llama Un mundo misterioso, se llama así porque justamente, es misterioso. Pero si se toma ese criterio, esa decisión (bastante riesgosa) tiene que ser totalmente enigmático ese mundo y no sólo algunos aspectos de la vida del protagonista. No hay clima de misterio, no hay tensión, solo hay aburrimiento que generan un poco de irritación en varios espectadores que a mitad de la película se levantan deseosos de llegar a la puerta de salida del cine. Un hombre le pidió insistentemente  disculpas a su novia por haberla expuesto a una película interminable (palabras textuales del señor de la butaca de atrás mío).  
La película tiene una colección de fallas, varias de ellas muy concretas, problemas de sonido que generan que muchos diálogos no se entiendan, algunas actuaciones muy forzadas arruinando una escena que podría ser muy emotiva y los caprichosos tiempos muertos (ya experimentados en su largometraje anterior El custodio) sin justificación hacen que la película se desvanezca como la vida de Boris.
Equilibrando las críticas negativas, quiero rescatar unos pocos momentos que me resultaron muy placenteros y que se nota que Moreno los busco y los eligió con convicción. Uno de ellos es cuando Boris se encuentra en una librería con un viejo compañero de la primaria, esos encuentros que si no sucederían nuestra vida continuaría igual, pero en ese momento soñamos que esa casualidad o causalidad va a cambiar nuestra monótona rutina . Boris va a una fiesta invitado por este amigo y entre algunos tragos  se divierte con un juego de palabras , se lava los dientes con un cepillo ajeno, fuma un porro y se come de bajón una empanada de humita. Esta circunstancia que vivió Boris hizo que valga la pena conocerlo, espiar su vida por 107 minutos, no solamente por lo cómica que es la escena sino porque es el único momento en el que podemos conocer a Boris internamente, interactuando con un grupo, en una mini-sociedad, podemos observar como se comporta con otros, cómo le pesa la soledad y la incertidumbre. Otro gran momento es cuando aparece en la pantalla Rosario Bléfari encarnando a una chica de provincia que Boris conoce en un colectivo y que compartirá una noche de compañía, jugando al casino y durmiendo abrazados en una cama de una plaza del hotel “Arramitre”. La cámara ama a Rosario y el clima del film cambia radicalmente en la secuencia donde ella es participe, la forma en que se mueve, su dicción, su manera de mirar conmueve mucho más que cuando la novia de Boris, Ana, lo deja al inicio de la película.
Me hubiera gustado disfrutar más momentos de Un mundo misterioso, pero prefiero pensar en esos minutos que me sentí dentro de la fiesta con Boris que con las escenas aburridas sin sentido que hicieron que el adjetivo de la película sea INTERMINABLE.
El mundo de Rodrigo Moreno no es para nada misterioso, por lo contrario es totalmente caprichoso. Algunos de esos caprichos son inteligentes hallazgos, otros son simplemente berrinches imposibles de justificar.

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