jueves, 21 de junio de 2012

Resumen del Bafici- Parte 5, por Maia Debowicz



DESILUSIONES BAFICIANAS: Sobre “Community Action Center”, “La araña vampiro” y “Country story”.

¿Quièn puede controlar las expectativas que invierte uno en una película?. Obviamente uno mismo y en general es una tarea imposible, cuando esas expectativas no se cumplen aparece un monstruo peludo con dientes filosos y mal aliento llamado Desilusión. La desilusión es el desencanto que uno siente al comprobar que la realidad no responde con la proyecciòn imaginada. Las desilusiones cinéfilas no tienen ninguna diferencia con las desilusiones amorosas, es un desengaño que hace sangrar al corazón hasta dejarlo vacìo. Bueno, si, estoy exagerando un poco pero esos segundos que uno vive al finalizar una película que no corresponde con la esperada, produce un malestar feroz difícil de borrar ,incluso con un submarino con churros made in “La Giralda”.

El BAFICI es un gran creador de este monstruo peludo con dientes filosos y mal aliento, y aunque suene masoquista esta es una de las características màs interesantes de este festival, arriesgarse a tirarse a una pileta sin saber si tiene agua es parte de la lujuria del BAFICI.
Para mì este esta edición fuè particular ya que fue el año que menos desilusiones coleccionè pero hubo 3, muy distintas en su forma y contenido y en la magnitud provocada de desencanto, que me parece criterioso señalar y analizar.

En el puesto número 1 del ranking de desiluciones y sin posibilidad de empate con ninguna otra, se encuentra la película “Community Action Center”, típico film de festival independiente que juega con el fanatismo del cinéfilo o la ingenuidad de un novato para estafarle no sólo su dinero sino también su ilusión. Es muy difícil predecir qué tipo de película uno se sumerge a ver ya que las reseñas no explican absolutamente nada, por lo contrario son engañosas, casi mentirosas.
La función era a las 21.30hs en la Alianza Francesa, era una noche de sábado húmeda y muy lluviosa. Me perfilo a hacer una cola que era bastante dubitativa, no era para nada recta, más bien curva y desordenada. Se acerca el acomodador BAFICI y nos entrega un texto al grito de “Este texto acompaña la película por orden del director”. Sujeto entusiasma la hoja, lo leo y comienzo a preocuparme al leer frases como “Me quedé un rato sentado en mi inodoro, admirando mi enorme y gruesa verga de 28 centímetros; posé frente al espejo, tirando mi verga primero sobre este hombro y luego sobre el otro. Finalmente, sobreexcitado, me cogí la parte inferior de mis botas…”. Al terminar de leer ese texto tan ¿poético? me preparé psicológicamente para lo peor pero no fue suficiente. “Community Action Center” es una película sin relato, sin narración, sólo son performances tediosas de seres humanos freaks que experimentan con sus sexos de manera aburrida, repugnante y monótona.  
Cuerpos andrógenos (no entendía si eran hombres o mujeres) se introducen diferentes objetos en sus conchas, desde cuarzos hasta un escobillón pasando por un choclo y una lluvia pegajosa de miel. 

Escenas sadomasoquistas caprichosas con música canchera de película softcore de bajo presupuesto y una sola escena que intentaba construir un universo estético y original. Una supuesta mujer saca de su pubis una trenza que roza el piso cocida a su piel. Su amante juega con su bello púbico artificial hasta convertirla en un ave, clavándole pequeñas plumas de colores en la frente y alrededor de su ano. Ese es el único momento donde se puede apreciar una búsqueda, todo lo demás es provocación mal filmada, acciones trilladas con clara influencia de John Waters que ni siquiera logran incomodar al espectador.  Una película puerquita (ni llega a la etiqueta de “puerca”) que sólo puede encontrar un espacio en un festival tan desequilibrado como el BAFICI.
En el puesto numero 2 del ranking, se encuentra  “Country story” de Ian Clark, un mediometraje estadounidense de 64 minutos que nunca me di cuenta cuando empezó la película. En este caso, el problema fuè la foto que representaba el film, las imágenes tienen en mì un poder manipulador que logran que cometa grandes errores en mi vida, esa fotografía despojada, poética, bella y tangible hizo que deposite mi corazòn en una obra que no la merecía.



“Country history” es un retrato de varios post-adolescentes, esos seres humanos inútiles que no saben que hacer con su vida y le hinchan las pelotas a los demás, que dialogan como niños en plena pubertad y no pueden hacerse cargos de sì mismos.


Con tono de comedia (lenta) logra dos escenas rescatables que merecen que las describa:
1-      El inservible principal ante la crìtica de su madre por su falta de trabajo, le expresa que “quiere un empleo dònde pueda jugar”
2-      El inservible principal juega con su amigovia en el parque con un barrilete corriendo de un lado a otro con una libertad contagiosa.


Y por último, en el ranking número 3 se encuentra “La araña vampiro”, el segundo esperado largometraje de Medina. Este caso es muy diferente a los dos anteriores mencionados por varios motivos. No tengo las suficientes herramientas para anunciar con pitos y flautas que “La araña vampiro” es una mala película porque estaría mintiendo, engañándolos, pero lo que si es real es que la película tiene muchos problemas, y es inferior a su excelente y perfecta “Los paranoicos”. Antes de empezar a señalar las fallas, quiero valorar que Gabriel Medina con el fanatismo que generò en los cinéfilos con su òpera prima, podría haber elegido la comodidad de filmar “Los paranoicos 2” con nuevos actores, pero no lo hizo. A pesar que me hubiera gustado ver una película similar al retrato de Luciano Gauna, me parece de una grandeza admirable que siga buscando y no se quede en las fòrmulas sencillas. Ahora bien, si lo que encontró es una araña vampiro, yo desearìa que siga explorando. Su nueva película, que obtuvo una distinción a Mejor Película Argentina y un premio a Martin Piroyansky como mejor actor en el 14 BAFICI, intenta ser una road movie argentina fusionada con un relato fantástico que ambiciona generar misterio. En principio debo confesar que a mì no me gustan las road movies y con “no me gusta” quiero decir, las detesto.  Gabriel Medina nos exhibe el viaje como un calendario de paisajes àridos de la Argentina, provocándome irritación, aburrimiento y sueño, mucho sueño.




 Jerònimo (Martin Piroyansky) es un joven solitario y raro (de repente tuve un deja vù), toma Rivotril, habla poco y se encuentra en una viaje con su padre (Alejandro Awada) en una cabaña en medio del bosque. Una noche una peluda araña muy bien amaestrada lo pica y Jerònimo empieza poco a poco a entrar en pánico. La picadura  se manifiesta cada vez màs inmunda, creando formas orgánicas y bellamente apestosas, por lo que decide ver a un curandero que le dirà que se va a morir a menos que le pique la misma araña. A partir de aquí, empieza el calvario, no solo para Jerònimo sino también para mì ya que suceden escenas eternas, interminables y chiclosas, el recorrido que hace el joven picado en compañía de Ruiz, un borracho bruto e inverosímil que es extremadamente insoportable de oìr y ver, es caprichosamente lento, con ausencia de ritmos, de diálogos sin ningún sentido. Lo único que deseaba era que la araña termine de incubar en el cuerpo de para que de una vez por todas se termine la película.
El problema màs importante que encuentro en “La araña vampiro” es que no veo la mirada de Gabriel Medina, no la distingo, no la reconozco ni la identifico y entonces yo me pregunto: ¿Es realmente Gabriel Medina un autor como se lo clasificò con el nacimiento de “Los paranoicos”?.
Las desilusiones son dolorosas y acumulativas, y el BAFICI sabe programarlas con mucho talento.

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